Ocultaba mi rostro detrás de un antifaz con plumas, incluso así sobresaltaba del resto de la multitud, mis pantalones de mezclilla serian inventados cerca de un siglo después, y aun así, nadie me había notado.
Permanecía en silencio, me movía solo cuando era necesario, y respiraba compasadamente, a pesar de mi relajado semblante, mi corazón latía rápidamente, y mi cerebro captaba imágenes y sonidos estremecedores.
Lo mas probable es que tu estarías igual si estuvieras en un tiempo mucho antes que el tuyo, presenciando un espectáculo de uno de tus compositores favoritos de todos los tiempos Johannes Brahms, "el segundo Beethoven"; solo imagina, un salón con muros de mármol repleto de gente noble, las mujeres con vestidos extraordinariamente vistosos y los hombres con trajes de gala dignos de un carnaval, y al fondo del salón, un solitario piano blanco tocado magistralmente por el "mas grande clásico de los románticos".
La "décima sinfonía de Beethoven", como se le conocía a la primera de Brahms, sonaba extraordinariamente.
De pronto el aire cambio de color, era como si alguien hubiera puesto un velo de color sobre una lámpara, con el cambio de ambiente vino un cambio de acordes, violines flotantes acompañaban a Brahms en su trepidante sinfonía, ahora sonaba la quinta de Beethoven recompuesta por Brahms; No me había dado cuenta, pero los invitados parecían hipnotizados, nadie se movía de su lugar, ni siquiera respiraban; tome valor y camine un poco, inspeccione sus rostros, sorprendentemente no existían, solo era humo negro el que flotaba donde debería de ir una cara, un antifaz flotante y cabello era lo único que sobresalió del etéreo cuello.
Pánico, miedo corría ahora por mis venas mientras la melodía cambiaba, ahora el piano callaba, y violoncelos hacían su espectral aparición desde arriba del escenario; ahora una trepidante pieza empezaba...Vivaldi, exactamente el segundo movimiento de primavera, de las "4 estaciones.
Quede absorto en el espacio, cuando reaccione estaba rodeado de aquellos seres sin rostro, todos con sus antifaces clavados en mi, pareciera que me estudiaban, igual que antes ninguno de ellos movía un músculo; mi corazón ahora latía mas rápido que antes…
Desperté en una habitación sin puertas ni ventanas, tan solo iluminada por el pequeño destello de una vela, la oscuridad engullía los rincones distantes. El silencio fue roto abruptamente por otra pieza de Brahms, “Opus 15” dije para mis adentros, en ese mismo instante un piano de cola, negro como lo noche descendía directamente sobre mi a una velocidad de vértigo; me retire como pude para no ser aplastado, y justo antes de que este hiciera contacto con el piso se detuvo.
Como una visión fantasmal, tenia a Brahms tocando su piano frente a mí, mas velas aparecieron en el horizonte, eran tan distantes; voltee hacia el punto donde estaba el piano flotante; ya no estaba.
Las velas desaparecieron solo un instante, segundos después reaparecieron en una llamarada naranja frente a mí, las personas sin rostro las sostenían.
Sudando, abrí los ojos, la oscuridad aun perpetuaba en el ambiente, estoy en mi habitación, recostado en mi cama boca arriba; “solo fue un sueño chico” trato de calmarme. Tengo la boca seca, así que iré al la cocina por un poco de agua.
Al abrir la puerta un gran destello de luz me ciega, cientos de personas me dan la espalda con trajes de los siglos XIX y antifaces con plumas que sobresalen de la circunferencia de su cabeza abarrotaban el inmenso salón de muros de mármol, al final del corredor Johannes Brahms tocaba su sinfonía N° 1…
Permanecía en silencio, me movía solo cuando era necesario, y respiraba compasadamente, a pesar de mi relajado semblante, mi corazón latía rápidamente, y mi cerebro captaba imágenes y sonidos estremecedores.
Lo mas probable es que tu estarías igual si estuvieras en un tiempo mucho antes que el tuyo, presenciando un espectáculo de uno de tus compositores favoritos de todos los tiempos Johannes Brahms, "el segundo Beethoven"; solo imagina, un salón con muros de mármol repleto de gente noble, las mujeres con vestidos extraordinariamente vistosos y los hombres con trajes de gala dignos de un carnaval, y al fondo del salón, un solitario piano blanco tocado magistralmente por el "mas grande clásico de los románticos".
La "décima sinfonía de Beethoven", como se le conocía a la primera de Brahms, sonaba extraordinariamente.
De pronto el aire cambio de color, era como si alguien hubiera puesto un velo de color sobre una lámpara, con el cambio de ambiente vino un cambio de acordes, violines flotantes acompañaban a Brahms en su trepidante sinfonía, ahora sonaba la quinta de Beethoven recompuesta por Brahms; No me había dado cuenta, pero los invitados parecían hipnotizados, nadie se movía de su lugar, ni siquiera respiraban; tome valor y camine un poco, inspeccione sus rostros, sorprendentemente no existían, solo era humo negro el que flotaba donde debería de ir una cara, un antifaz flotante y cabello era lo único que sobresalió del etéreo cuello.
Pánico, miedo corría ahora por mis venas mientras la melodía cambiaba, ahora el piano callaba, y violoncelos hacían su espectral aparición desde arriba del escenario; ahora una trepidante pieza empezaba...Vivaldi, exactamente el segundo movimiento de primavera, de las "4 estaciones.
Quede absorto en el espacio, cuando reaccione estaba rodeado de aquellos seres sin rostro, todos con sus antifaces clavados en mi, pareciera que me estudiaban, igual que antes ninguno de ellos movía un músculo; mi corazón ahora latía mas rápido que antes…
Desperté en una habitación sin puertas ni ventanas, tan solo iluminada por el pequeño destello de una vela, la oscuridad engullía los rincones distantes. El silencio fue roto abruptamente por otra pieza de Brahms, “Opus 15” dije para mis adentros, en ese mismo instante un piano de cola, negro como lo noche descendía directamente sobre mi a una velocidad de vértigo; me retire como pude para no ser aplastado, y justo antes de que este hiciera contacto con el piso se detuvo.
Como una visión fantasmal, tenia a Brahms tocando su piano frente a mí, mas velas aparecieron en el horizonte, eran tan distantes; voltee hacia el punto donde estaba el piano flotante; ya no estaba.
Las velas desaparecieron solo un instante, segundos después reaparecieron en una llamarada naranja frente a mí, las personas sin rostro las sostenían.
Sudando, abrí los ojos, la oscuridad aun perpetuaba en el ambiente, estoy en mi habitación, recostado en mi cama boca arriba; “solo fue un sueño chico” trato de calmarme. Tengo la boca seca, así que iré al la cocina por un poco de agua.
Al abrir la puerta un gran destello de luz me ciega, cientos de personas me dan la espalda con trajes de los siglos XIX y antifaces con plumas que sobresalen de la circunferencia de su cabeza abarrotaban el inmenso salón de muros de mármol, al final del corredor Johannes Brahms tocaba su sinfonía N° 1…
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